sábado, 17 de mayo de 2008

Embalajes


Con cuatro o cinco años disponía de un maravilloso embalaje de televisor Nokia de 28 pulgadas. Me lo ofrecieron completo, con todo tipo de accesorios: plástico de pompitas y corchos de distintos tamaños y formas. Como es de esperar, primeramente saqué el morboso plastiquito y probé a reventar una de las pompas. Un gustazo. Proseguí con toda una fila. Después retorcí una parte, a modo de bayeta empapada y a continuación lo extendí como una alfombra pisoteándolo con los pies desnudos. Tal felicidad se desvaneció con la última pompita. Seguidamente saqué los bloques de corcho. Los dispuse en el suelo uno tras otro para improvisar una carrera de obstáculos, luego los cogí, los reuní e intenté mantenerlos en pie como si se tratara de personas, puesto que eran poco más pequeños que yo. Acabé odiándolos, resultaban totalmente absurdos y ni siquiera llegué a pintarles ojos ni boca. Terminé por partirlos a la mitad, descubriendo que sangraban bolitas de nieve, que posteriormente coleccioné en vasos de yogur para esparcirlas por toda la habitación tal como un paisaje nevado. Para mi desdicha, me quedé sin nieve pocas horas después.
Agoté, destruí y me arrebataron todos los elementos interesantes de mi caja de cartón.

Al día siguiente, me dediqué a inspeccionar mi caja, mirándola con cierto recelo puesto que me parecía casi inservible. La manipulé, la cambié de posición tantas veces como quise hasta que una vez dentro de ella puede comprobar la agradable sensación de disponer de tu propio espacio. Una satisfacción que conservo hoy día. Aquel fue un primer gran descubrimiento. Satisfecha de ello, pero cansada de pasarme las horas allí dentro pensé amueblarla con todo aquello que me agradara como compañía: dulces caramelos, ositos de peluche cantarines, bolígrafos rosas, princesas de cuentos, héroes románticos, tacitas de té, flautas encantadas, corazones en papel, un perfume delicado,... así hasta rebosarla. La cerré con cinta aislante y ahí permaneció durante años.

Hace unos meses aquel viejo tesoro bombardeó mi mente. Ahora comprendo los extraños movimientos y melodías eléctricas que presenciaba todas las noches a través de lo onírico. Ayer, 4 p.m., decidí poner los pies de camino al piso de arriba. Tras dos vueltas de llave y una toma de aire, mis ojos solo atendían a aquella caja que parecía a punto de explotar. Con mariposas en el estómago desgarré la cinta adhesiva a modo de noche pasional: los caramelos saben ahora a ron añejo, los ositos emiten gemidos de placer, los bolígrafos rajan mis cuadernos, las princesas son heroínas, los héroes amantes de cama, las tacitas son meros chupitos de tequila, las flautas son guitarras eléctricas, los corazones en papel son reales órganos vitales, el perfume delicado es ahora esencia afrodisíaca...

1 comentario:

Unknown dijo...

Sin lugar a dudas, esta es la que más me gusta con diferencia. Gracias por escribir algo así, amiga xD ;). (K)!!